17.3.08

LA MANO QUE MUEVE LA PLUMA

—Bueno, un momento. Aclaremos un poco las cosas. En qué quedamos: ¿existe un Escritor,
sí o no?
—¡Claro que existe! Quién sabe...
—¡Silencio, blasfemo! ¡No leas a este descreído!

—¿Y por qué no me va a leer? ¿Qué te hace el dueño de la verdad? ¿Acaso tienes pruebas de lo que escribes, pruebas concretas?

—Tengo pruebas irrefutables, que tú eres incapaz de comprender: tengo FE.

—La fe es el argumento de necios e ignorantes...

—Basta, deténganse. Hagamos esto civilizadamente. Si vamos a continuar con esta discusión, ¡nada de insultos!


—Tú lo leíste, él me agredió primero.

—Pero tú comenzaste a usar signos de admiración...

—No importa quién hizo qué. No voy a seguir leyendo a ninguno a menos que se pongan de acuerdo y escriban como caballeros.

—Está bien. Todo lo que quiero escribir, es que si yo acepto la posibilidad (aunque remota) de que haya un Escritor, aún sin pruebas concretas, ¿por qué él no acepta que puede estar equivocado?


—Nunca lo entenderías.

—Pruébame.


—Ya lo hice. Además, si no crees en el Escritor, ¿cómo vas a creer en las Escrituras?

—Las "Escrituras" como las describes, no son más que nuestra vida. Y yo sé que soy YO el que escribe esto, ¡porque lo estoy escribiendo!


—Eso es lo que crees...

—Bueno, he leído suficiente a ambos. Sinceramente, no llegamos a ningún lado. Todavía no me queda clara ninguna de sus teorías. Si nosotros mismos escribimos y leemos, ¿es eso todo lo que somos? ¿Simples personajes sin autor? ¿Letras en un texto? Si en cambio es el Escritor es quien escribe, ¿Quién es el lector? ¿Qué función cumple? ¿Acaso somos parte de él, o del Escritor? ¿No es el lector tan autor como el Escritor?

—Es que tanto uno como el otro son creaciones nuestras. Mitos, útiles para explicar lo que no alcanzamos a comprender. Para darnos esperanzas de que hay algo más en este mundo tan árido y despojado.

—No puedo creer lo que leo. ¿Cómo pueden confundir al lector con el Escritor? ¡El lector es nuestro peor enemigo! Siempre ahí, acechando frente a las Escrituras, intentando imponer su errónea interpretación subjetiva, su tergiversación de la Divina intención de nuestro Creador...

—Y entonces, ¿somos meras creaciones del Escritor, o tenemos individualidad? ¿Podemos elegir qué escribir, o él escribe todo por nosotros?

—Je,je, esa es una muy buena pregunta...

—Eh, bueno... por supuesto que El escribe... escribe a través de nosotros... somos sus instrumentos...

—Por lo tanto, somos parte de El...

—O sea que somos parte el uno del otro también...

—¡Jamás serás parte mía! Yo no tengo nada que ver contigo...

—¡Por suerte! No sería nada agradable ser parte de un necio...

—Bueno, ¿en qué quedamos? Si siguen así no leo más.

—Perdón, es que me tienta...

—¡Esa es la perniciosa influencia del lector! Entrégate a los designios del Escritor, y no sufrirás más.

—Si tú quieres ser un esclavo, cosa tuya. Yo prefiero elegir lo que escribo.

—Si, si. Quédate con tus ilusiones de grandeza...

—¿Alguna vez se les ocurrió que AMBOS tienen razón?

—¡Jamás!

—¡Espera! Déjalo escribir. Tú nunca lees a nadie aparte de tí mismo. Te encanta mirar la forma de tus letras. Dime, amigo, ¿Y eso cómo sería posible?

—Escuchen: quizá seamos cada uno un individuo, y todos uno a la vez. Tal vez es cierto que escribimos lo que queremos, y al mismo tiempo el Escritor escribe por nosotros. Tal vez el Escritor nos creó, y nosotros lo creamos a El. Y del mismo modo, lector y Escritor pueden ser individuos diferenciados y uno a la vez.

—¡Basta! No puedo seguir leyéndote. ¿Cómo se te ocurre semejante barbaridad? Me voy. Ustedes son un caso perdido...

—¡Al fin! No se podía razonar con semejante fanático. ¿Cómo puede alguien dejarse lavar así el cerebro?

—Me parece que deberías respetar sus convicciones.

—¿Por qué? ¿Acaso él respeta las mías? De cualquier modo, volviendo al tema: sinceramente me parece que tu teoría es tan mística como la de señor fanatismo...

—¿Y es eso tan malo? ¿Qué tienes contra el misticismo?

—Que no se basa en evidencia concreta. Que es pura conjetura.

—Es tan conjetura como tu teoría. Tampoco tenemos evidencia concreta alguna de que nos escriben, salvo el hecho de que aquí están las letras...

Puede ser... todo puede ser. De todos modos no me interesa. No me sirve de nada que haya un Escritor, un lector o un universo fuera de las letras. Yo creo en lo que leo, que es lo que influye de forma verificable en mi realidad. Además me resulta mucho más interesante mi teoría, de que las letras se generaron por sí mismas. De todos modos esta discusión está agotada para mí. Yo también me voy.

—Bueh, me dejaron solo. Ya nadie lee a nadie. Escritor, si existes, qué te puedo decir que no sepas ya, salvo que no es muy cuerdo escribirse y responderse a sí mismo. Y si hay un lector, el mensaje es este: leer a los demás está bien, pero eso no es vivir. Deberías pensar también en escribir algo...

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